Saludos de nuevo, camaradas! Le toca el turno al Imperio. Mientras en Sylvania Mannfred von Carstein se ha independizado del Imperio y ha rodeado la provincia de una jaula de hueso, Balthasar Gelt busca la manera de impedir que los no muertos salgan de Sylvania. Lo consigue mediante un encantamiento que aprovecha el poder de los objetos sagrados enterrados en Stirland y teje una red pura que destruye a cualquier no muerto que intente salir de la provincia. Pero no es el único problema que tiene el Imperio: por el norte se acercan las hordas bárbaras de adoradores del Caos. Y en este contexto, el Patriarca Supremo recibe una extraña sugerencia.
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La habitación estaba llena de velas, pero la chica se sentaba en las sombras. Sólo las mangas y la falda de su largo vestido blanco se dejaba ver, y Balthasar Gelt se preguntó de nuevo por qué había ido. El sello del anillo que acompañaba el mensaje era digno de confianza, o eso le había dicho siempre su padre, pero, ¿citarle ahí, en ese sitio? Incluso el aire apestaba a decadencia.
-Sentaos, por favor —el acento de la joven era extranjero, pensó Gelt. Quizá de una de las provincias montañosas de Bretonia: Monfort o quizá Parravon.
-Gracias, pero prefiero que no —respondió Gelt.
-Como deseéis. ¿Puedo ofreceros vino?
-Debo rechazarlo.
-¿Ah sí? —la joven alargó una mano envuelta de un guante hacia el decantador que había en la mesa y se sirvió un copa con la cantidad justa del líquido rubí.
-Todo Altdorf habla de vos como el carcelero de Sylvania.
-Una exageración, os lo aseguro —respondió cuidadosamente Gelt—. La idea ni siquiera fue mía.
No, pensó, había sido el joven Dieter quien había propuesto la idea. Había sido una muestra nada habitual de inteligencia en un acólito nada prometedor. Qué pena que le hubieran encontrado muerto dos días después, con su garganta abierta como si le hubiera atacado un animal salvaje. Gelt supuso entonces que se trataba de una víctima más de los von Carsteins. Quizá la última, si todo iba bien.
-Ya, pero fue vuestro genio el que lo consiguió poner en marcha, ¿no? —preguntó la chica.
-Quizá, pero no hace falta ser un genio para saber que no me habéis citado aquí para decirme esto. Dadme el mensaje y dejad que siga mi camino. No estoy acostumbrado a frecuentar establecimientos así.
-¿Tenéis problemas con el decoro? —la chica se estaba divirtiendo.
-Desapruebo el comercio —corrigió Gelt.
-No debéis temer por vuestra reputación. Esta es una casa discreta.
-Entre otras cosas.
-Así es. Vos de entre todas las personas debéis saber que ninguno somos lo que mostramos en la superficie –la joven bebió un sorbo—. Respecto al motivo de la reunión, ya os lo he dicho.
-¿Para expresar vuestra admiración por la jaula de Sylvania? —Gelt no intentó disimular su incredulidad.
-Así es —seria de repente, la joven se inclinó hacia delante, pero no tanto como para que se le viera la cara—. Debéis ir más allá.
-Explicaos.
-Habéis librado a las provincias del sur de la amenaza de Sylvania, pero ¿qué hay de las del norte? Una mezcla de magia y fe podría serviros ahí también. ¿Y si pudierais preparar una muralla que no sólo mantuviera a los bárbaros lejos sino que además se nutriera de la magia que da vida a los demonios?
-Jamás se ha hecho algo así.
-Claro que sí —rió la joven—. El mundo es mucho más amplio que este pequeño reino.
Empujó un pergamino ajado por la mesa, revelando una mano delicada que pronto retiró.
-La magia se levanta. Ahora son posibles muchos portentos que antes sólo se podían imaginar.
Gelt desenrrolló el pergamino y leyó su contenido con creciente sorpresa. El ritual que se describía requería mucho trabajo, pero podría funcionar. No habría considerado algo así antes de triunfar en Sylvania, pero últimamente sus horizontes se habían expandido.
Aun así, tenía sus dudas.
-¿Pero qué tipo de genio sería si sucumbiera a una manipulación tan evidente?
-¿Qué clase de genio seríais si no lo hicierais? —preguntó la joven, con la frivolidad de nuevo danzando en su voz—. En cualquier caso, yo ya he entregado el mensaje que se me pidió que entregara. No me importa lo que hagáis con él.
-¿Y puedo preguntar quién os envía?
-Podéis, pero serías un iluso si esperarais una respuesta —dijo la joven abruptamente—. Baste decir que ella no me gusta más de lo que yo le gusto, pero tiempos extraños hacen extraños compañeros de cama.
Esas últimas palabras se quedaron con Gelt mientras salía de nuevo a las ajetreadas calles. Sabía que había más trabajo ahí de lo que podía ver, pero pensaría en el pergamino. Pensaría muy detenidamente.
Mannfred se a llevado un cortazo de campeonato XD
ResponderEliminarYo ya tengo el libro pero no veo estos relatos en el What the...? XD
ResponderEliminarSólo salen en el libro en inglés.
EliminarLeído todo hasta ahora... me está gustando mucho!
ResponderEliminarDEMASIADAS INCOGNITAS, demasiados agujeros, queremos mas, gran trabajo y muy agradecido compañeros.
ResponderEliminarGracias de nuevo por el esfuerzo de las traducciones. La comunidad hispano parlante te lo agradece.
ResponderEliminarLa verdad, no conozco suficientemente bien estransfondo como para hilar todos los relatos.... pero no importa XD ya me ire enterando.
ResponderEliminarGracias de nuevo por la traduccion.
Un nuevo vortice en el norte del Imperio para sustituir o ayudar al de Caledor en Ulthuan? Uhmmm, o un gigantesco muro de hielo en el norte jajajajajaja
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