sábado, 29 de noviembre de 2014

Fin de los Tiempos: (Khaine: Relato II) Vuelven los huevos


 
Saludos a todos. Segundo relato de Khaine. En esta ocasión, Imrik le cuenta a Teclis un hecho asombroso...

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-¿Por qué estoy aquí, Imrik? —preguntó Teclis, esperando que no se notara el dolor en su voz.
    El Báculo Lunar de Lileath había sido reparado por los mejores artesanos de Saphery, pero su magia había desaparecido. Había vuelto, en su lugar, un dolor que conocía bien y ni siquiera las pociones más potentes podían controlarlo por entero. Los quinientos escalones de alabastro que bajaban de los aposentos reales de Tor Caleda habían sido una agonía, pero Teclis sabía que Imrik debía tener una razón para requerir su presencia. Incluso antes de los recientes acontecimientos, al príncipe dragón nunca le habían gustado Tyrion y Teclis.
    -Mis disculpas, señor del conocimiento —respondió Imrik, sin sonar arrepentido para nada—. No había dado cuenta de que estabais tan incómodo.
    Asintió hacia dos príncipes dragón que custodiaban la puerta y se apartaron sin una palabra.
    Tras la puerta, la piedra labrada de Tor Caleda daba paso a la gélida penumbra de una caverna llena de estalactitas. Imrik se adentró en la oscuridad, aunque a Teclis le pareció que el paso del príncipe se había ralentizado apenas un segundo.
    -La razón por la que quería que vinierais es que hay algo que quiero que veais —continuó Imrik imperiosamente—. Me han dicho que sólo vos podéis entender su significado.
    -¿Y quién os ha dicho eso? —preguntó Teclis, esforzándose por mantener el paso.
    -El más grande de mis señores —dijo Imrik suavemente—. Caledor Domadragones.
    Volvió a permanecer en silencio, como invitando a Teclis a que le contradijera, refutara una afirmación imposible. Pero Teclis no dijo nada. Él también había hablado con el viejo mago en semanas recientes, a través de los muros del Gran Vórtice, pero ahora no era el momento de decirlo. A Imrik le dominaba el orgullo y cualquier desafío acabaría mal. Teclis ya se arriesgaba demasiado simplemente estando en Caledor. A Tyrion no le gustaría.
    -Últimamente he soñado mucho —continuó Imrik, acompañado por el sonido de sus pisadas en la oscuridad—. He soñado que Ulthuan volvía a lo que solía ser, que volvíamos a estar bajo el ascendente de nuestra estrella, que volvíamos a dominar.
    Su voz era distante y esperanzada.
    -Hace un mes, Lileath vino a mí mientras dormía. Actuó como heraldo de mi antepasado, guiándome al corazón del Gran Vórtice para que pudiera escuchar sus sabios consejos. ¿Puede haber un signo más evidente del retorno de Caledor a la grandeza que el hecho de que una diosa actúa en servicio de nuestro ancestro más prominente?
    De nuevo, Teclis no dijo nada. Por lo que él sabía, la relación que entendía Imrik era justo al revés, pero de nuevo contuvo su lengua.
    Afortunadamente, parecía que la pregunta había sido retórica.
    -Mi antepasado me contó que se acercaba un tiempo de grandes cambios, donde las amistades y los odios antiguos ya no regirían nuestros destinos. Me dijo que si quería que nuestro pueblo sobreviviera, debía olvidar el pasado y abrazar el futuro.
    -Un elevado precio para un príncipe de Caledor —dijo Teclis irónicamente.
    Imrik le lanzó una mirada pero continuó.
    -Al día siguiente, un barco llegó desde el oeste, con el signo de Lileath en sus velas y el dragón de caledor en la proa. No tenía tripulación excepto un único Naggarothi, que ahora languidece en mis mazmorras. En la fortaleza... bueno, miradlo vos mismo.
    Imrik guió a Teclis hasta una cámara enorme. El mago distinguió las formas majestuosas de dragones durmientes, pero su atención se centró rápidamente en los huevos de dragón que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.
    -Hay cientos —suspiró Imrik—. Lo que se nos ha robado durante incontables generaciones ha vuelto intacto.
    Mirando hacia los huevos, Teclis vio una lágrima que caía por la mejilla del príncipe.
    -¿Qué significa? —preguntó en voz baja.
    -Creo que ya sabéis la respuesta —dijo Teclis—. Es hora de deshacer la Secesión. Nuestra antigua guerra debe terminar. 

3 comentarios:

  1. Gracias por subir los relatos, no pude hacerme con el libro y me encanta poder leerlos!!!!!

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  2. muchas gracias por estos relatos!!! Gran trabajo!!!

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  3. Gracias por el trabajazo que te estás dando con el blog. Es una pena que no hubiera libros para todos, pero con tus traducciones de los relatos podemos ver algo más cómo se llega a la situación que se llega

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